Gestionar nuestras emociones es parte de nuestra inteligencia emocional y maternal.

Ya los expertos nos han dicho que las emociones no son ni buenas ni malas, solo son el mensajero que enlaza tus interpretaciones u opiniones acerca de un hecho, con las sensaciones de tu cuerpo. Para que percibas, decidas y actúes dependiendo de la situación y de tu manera de ser y hacer.

En muchas ocasiones he estado triste por diferentes razones, como:

Cuando me alejo físicamente de seres queridos

Cuando he perdido algo, material o no. Cuando me robaron mi laptop, mis joyas de la infancia, mi filmadora casera.

Cuando murieron algunos familiares, cada uno en su momento.

Cuando alguien de mi familia o amigos está enfermo

Cuando no se ha dado un proyecto, tal como lo planifiqué

Cuando pasan cosas que interpreto como tristes y son de las que no puedo remediar, o no me corresponde remediar. Como las guerras entre países, el hambre infantil, violencia entre humanos y hasta contra animales.

Vaya que entristezco cuando otros pasan por malos momentos, pero pero pero….  Esto que viene te lo digo a ti, y me lo repito a mí.

Porque ya me he tenido que dar el sermón a mí misma. Que aunque en mi camino he superado algunas cositas que ciertamente y para mi satisfacción, ya no me afectan; todavía queda un montón por crecer. Y si no fuera así, quizá ya me habría muerto.

Ser humildes.

 

Aceptar que no tenemos toda la información de la vida de los demás. Así que no juzguemos, ni sentenciemos, qué es lo mejor o peor para los demás, porque no sabemos cuál es su misión, ni su manera de aprender, ni dónde está ese switch con el que dará el salto que cambiará su vida.

 

Confiar en nuestro poder y en el del otro, en vez de tratarlo como una víctima indefensa. Ayudarle a reconocer su poder, mostrarle con nuestro ejemplo y palabra (dentro de las conversaciones), que pensamos en soluciones, no en situaciones. Animémonos a vivir.

 

Ayudar solo cuando y como nos lo pidan, y cuando y como podamos ayudar. También podemos preguntar al otro si quiere nuestra ayuda, para no estrellarnos, porque a veces nos creemos las ambulancias del mundo y vamos rescatando gente que no quiere ser rescatada, o aún no está lista para cambiar. Y me podrás decir que a algunos hay que darles un empujoncito aunque no pidan ayuda. Es cierto, pero estate atenta y consciente de que lo haces a riesgo de que te digan que no, o que les parezcas intrusiva.

 

Observar muy de cerca la situación, y preguntarnos: ¿Por qué me afecta esto? ¿Qué hay dentro de mí, parecido a lo que estoy viendo fuera?  Porque uno solo ve fuera, lo que ya está dentro de una. No puedes ver tristeza o enfado en los demás, si jamás has estado triste o enfadada.

 

Ver el lado bueno de cada situación. Para esto es útil, al menos a mí me ha resultado. Imaginar que eres tú misma, pero cuando eras niña. E imaginar que es primera vez que te pasa. Y desde tu perspectiva de niña, respóndete o imagina que respondes a ¿Qué aprenderías de esto? ¿Qué detalle aprenderías que es distinto a otros? ¿Qué haría diferente ahora que soy adulta madre y tengo otras lecciones aprendidas?

 

Mirar la belleza humana, que puedes, sentir y aprender de las tristezas, que como humano, puedes “sacar raza”, como a veces digo, y compartir tu sentimiento con los demás o aliviar la tristeza de otros.

 

Atender al pensamiento y por lo tanto, dar poder a lo que quieres, a lo que puedes hacer, a lo que te alegra. Piensa en cosas que te hacen feliz, recuerdos felices. Esto, para equilibrar la carga emocional. Así sintonizas y engrandeces la energía de amor que todos tenemos.

 

Unos trucos más terrenales, o menos emocionales son:

 

Llora y desahógate. Aunque una vocecita te diga que con llorar no harás nada. Pues sí haces, descargas tensión, descargas lo que aún no entiendes. Y haces espacio para poder llenarte de alegría o serenidad, como prefieras.

 

Mira hacia arriba.  Tú me dirás ¿eso? Pues sí. ¿A qué cuando estás triste miras hacia abajo? Pues para animarte, mira hacia arriba.

 

Ten tu kit de ropa salva ánimo.  Cuando estoy triste, me parece que cualquier ropa que me ponga se me ve mal.  Para ello, cuando estoy alegre, me pruebo diferentes combinaciones.  O simplemente cuando me pongo algo que me gusta cómo se me ve y además me siento bien con eso. Lo tengo anotadito. Así cuando no tengo ánimo ni actitud de escoger ropa. Uso uno de los kit salva ánimo.

 

Postura de animosa. Practica cuál es tu postura, respiración, caminar animoso o alegre; y úsala en esos momentos de bajón emocional. Porque toda emoción lleva consigo una postura, respiración, forma de hablar, de vestirse, de caminar.  Y estas le envían un mensaje a tu cerebro de que estás alegre, ayudándote de esta forma a diluir o mitigar la tristeza.

 

Sonríe al espejo, y dile a tu cerebro que quieres una actitud alegre. Que junto a tu valentía vas a seguir adelante, con lo que corresponde hacer cada día. Si se te hace difícil, entonces párate frente al espejo, toma un lápiz y ponlo entre tus dientes y contrae las mejillas, mantente así entre 10 y 30 segundos, mírate. Finge que ríes, igual tu cerebro te lo creerá.  Ya verás que en unos segundos, te ríes, aunque sea de ti misma.

 

Y otra vez, confía en que, las situaciones y las emociones, pasan. Tu esencia, tu capacidad de decidir, se queda siempre.

 

¿Te gustaría experimentarlo a ver cómo te va? ¿Te parece que puede ser una experiencia que puedes sentir y transmitir el aprendizaje a tus hijos? ¿Transitar estás experiencias te darían un auto conocimiento que aportaría beneficios a tu autoestima?

Tu buena gestión emocional contribuye a tu autoestima, a tu auto concepto, y a como te relacionas en tu familia y por supuesto con tus hijos. Que son los primeros en percibirlo.

Puedo acompañarte en tus procesos internos de aceptación, perdón, comunicación y en general de mejoramiento personal. Puedes hacer CLICK AQUÍ y solicitar una sesión de coaching exploratoria.

Ánimo mamá, la vida es cada día
Mamá feliz, hijos felices
Todo empieza por tí

 

Sobre la autora:

Emil Pacheco Sandrea, Coach Personal, te acompaña en el viaje a tu éxito, al viaje al centro de ti, donde está un baúl con tesoros esperando que les permitas salir.

Si quieres seguir recibiendo herramientas de crecimiento personal, tips que te apoyan en tu cotidianidad, en cómo manejarte en tu familia. Inscríbete en el boletín gratuito, llenando datos muy sencillos, sin riesgo de spam y con privacidad en www.emilpacheco.com

 

Emil Pacheco Sandrea

Coach Personal

autoestimaparamamas.com