A las madres nos recomiendan siempre que en la crianza de nuestros hijos debemos buscar el equilibrio del binomio amor y autoridad.
Pero yo me preguntaba ¿Cómo llevo eso a la práctica en el día a día? ¿con qué se come eso?
Por un lado está nuestro inmenso amor de madre que quiere abrazarlos todo el día y darles TODO, bajarles la luna y las estrellas, “que él(ella) tenga todo lo que yo no tuve”. Y trabajamos hasta quedar sin aliento y anularnos en tiempo y en recursos. Y encima sintiéndonos culpables por no darles más.
Por otro lado están nuestros temores a que les pase algo malo, a que cometan errores que les cuesten malos recuerdos y peores consecuencias.
También nuestros miedos a perderlos y ante todo eso; preferimos controlarlos milimétricamente, para que nada les pase. A veces hasta el punto de asfixiar su crecimiento y madurez sin darnos cuenta. Y ahí vamos y les decimos: “porque yo lo digo y punto”
En este artículo te comparto 7 técnicas que me han permitido digerir este binomio y así ejercer EL AMOR Y LA AUTORIDAD con lo que además, mejora tu comunicación al hacerla más consciente.
Etiqueta en infinitivo las cualidades que quieres abonar y hacer crecer en tu hijo(a).
Ejemplo: Eres aplicado con tus tareas, eso es bueno. Te felicito eres colaborador en las actividades de la casa. Eres talentoso(a) con las matemáticas. Eres bueno en los deportes de equipo. Eres disciplinado(a) en tus prácticas de baile.
Con los actos positivos enfócate en la identidad del niño, con la convicción y esperanza de estar aportando a la construcción su identidad. Y trata de ser lo más especifica que se pueda para no inflar o falsear su autoestima.
Que no crea que es bueno para todo. Porque eso es falso y además natural. Y así con naturalidad es útil que lo acepte desde pequeño.
Etiqueta como temporales o circunstanciales, las cualidades que quieres suavizar.
Ejemplo: Cuando tiene el cuarto desordenado le dices lo que es objetivo: “No has arreglado el cuarto, hazlo antes de…” (tu dices el momento dependiendo de la dinámica de las reglas del hogar), o puede ser “No hiciste lo correcto, te comportaste de forma altanera, con ese tono y fuerza de voz y empujando a tu amigo”. Si tienes hijos adolescentes te recomiendo leer también http://autoestimaparamamas.com/2017/05/23/018-5-consejos-para-tratar-con-tu-hijo-adolescente/
Con las actuaciones negativas, enfócate en el hecho o conducta que es comprobable. No se la asignes como su identidad. No uses el verbo eres.
Controla tu fiera. Cuando hacen algo que despierta mucha rabia en ti y que efectivamente va en contra de las reglas o de lo esperado. Mejor espera que tu rabia se seque un poco para que seas más consciente de lo que le dices y no pierdas la gran oportunidad de formarlo a partir de esa experiencia que debe haber causado conmoción en casa y que quizá el(ella) esté sintiendo miedo porque tú estás enojada.
En el momento, no anules tu rabia, no la escondas, exprésate con palabras, pero no vayas a lanzar la vajilla, en vez de eso, dile que estás muy enojada por lo que hizo y que buscarás un mejor momento para hablar. Eso te desahogará un poco, busca un lugar donde puedas desahogarte sin hacer daño a nadie, respira profundamente y pregúntate ¿cuál es tu objetivo cuando converses con tu hijo(a)?, ¿qué te molestó específicamente?, ¿Qué le pedirás hacer o dejar de hacer y para qué?. Cuando hables con tu hijo(a) te sentirás más tranquila
Recuerda escuchar. En ocasiones no dejamos llevar por las estadísticas de comportamiento, sin embargo nos podemos llevar sorpresas. Por lo que es mejor escuchar la versión de los hechos que tienen nuestros hijos y no solo la versión del vecino, de la tía, etc.
Haz un escándalo. Sí, ese escándalo rabioso que sueles hacer cuando se comportan mal. Hazlo, pero de alegría, cuando se comportan bien. He escuchado a adolescentes decir que sus padres no se emocionan con la misma intensidad cuando ellos hacen algo bien como cuando hacen algo mal. Eso los desmotiva. Así que aprovecha de practicar tu expresividad y tu gran sonrisa cuando ellos se esfuerzan por cumplir las reglas o tienen un comportamiento adecuado a su edad y ambiente.
No prometas ni amenaces en vano. Es decir cumple tus promesas y advertencias. Que tu palabra tenga valor. Conócete, pregúntate si de verdad serás capaz emocional y materialmente de cumplir, antes de prometer un beneficio o advertir con alguna sanción. Así iras transmitiendo y enseñando coherencia entre lo que dices y haces.
Abrázalos y diles que los quieres. No lo des por sabido, verbalízalo. Nuestro día a día va muy rápido, y cuando van creciendo, y ya no los cargas entre tus brazos, las ocasiones de abrazarlos se van distanciando a menos que nosotras con consciencia lo hagamos. Este es un pequeño y gran detalle que puede hacer profundas diferencias.
Si te fijas, estas técnicas las puedes adaptar a tus relaciones personales con adultos como tu, en tu trabajo, en tu familia. SI estamos atentas, desde la maternidad podemos aprender muchas cosas útiles en otros roles.
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Ánimo mamá, la vida es cada día
Mamá feliz, hijos felices
Sobre la autora:
Emil Pacheco Sandrea, Coach Personal, te acompaña en el viaje a tu éxito, al viaje al centro de ti, donde está un baúl con tesoros esperando que les permitas salir.
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Emil Pacheco Sandrea
Coach Personal
Que bello gracias me va hacer fe gran ayuda, ??